Donde hay
amor desaparece el ego.
De la
individualidad a la Unidad.
El amor
tiene que ver con unión, el ego con separación (pecado)
Lo
contrario al amor no es el odio, es el miedo.
Debemos
liberarnos de los juicios, ya que ellos nos mantienen en el ego.
Estamos
viviendo nuestro karma. Un karma por el que transitamos sin ser conscientes de
que fue creado por nosotros, semillas que plantamos en forma de pensamiento,
palabra, acción y omisión.
El yoga nos
ayuda a tomar consciencia de ese proceso y a poder cambiarlo plantando semillas
diferentes.
También nos
enseña a tomar consciencia de la unión de todo lo que somos (cuerpo, mente y
espíritu) y a la vez de nuestra unión con todo lo que existe
(interdependencia).
Las asanas
preparan nuestro templo interior para recibir la energía del amor
incondicional.
Una mente y
cuerpo tensionados y rígidos debido a las emociones negativas nos dificulta el
tránsito de esta energía sutil.
La respiración nos ayuda a relajarnos, a interiorizar y a favorecer la conexión con el
potencial de amor y sabiduría que habita en nuestro interior.
La meditación nos favorece la conexión interior mediante la focalización de nuestra
atención. Manteniendo ésta, nos conduce a la concentración, ésta a la
percepción y, a su vez, ésta a la sensibilidad.
Esta
sensibilidad nos conecta con los campos más sutiles de la Conciencia, nuestro
vasto mundo interior, el núcleo, nuestra esencia.
Encima se
encuentran todas las capas de cebolla de lo aprendido: familias,
sociedad, amigos, gobierno, etc.
Quitarnos todas
esas capas de cebolla en las que se instala nuestro ego será importante para
acceder y permanecer en contacto con nuestro interior, nuestra autenticidad.
Entender nuestro
mapa interior (personalidad) nos servirá para adelantarnos a aquella parte de
nuestro ego que se apropia de nuestra voluntad y que de una manera mecánica nos
lleva -una y otra vez- a recorrer el mismo camino.
Al meditar y
observar lo que va saliendo en nuestra mente, vamos conociendo ese mapa
interior (programación de la personalidad con la que venimos, más lo
aprendido).
Cuando -aunque
sea por un momento- traspasamos esa personalidad (individualidad) será como dejar de ser una ola para darnos cuenta del vasto océano al que
pertenecemos.
Si no nos damos
cuenta de este proceso como vía de autotransformación, el sufrimiento será el
camino a recorrer para conectar con nuestro interior y nuestra
sensibilidad.
Al conectar con
esa sensibilidad, el rígido hielo se convierte en agua y éste en vapor.
En este
proceso, de lo burdo a lo sutil, se va produciendo la transformación.
El ego con sus
emociones negativas y burdas nos lleva a sentir rigidez y tensión en nuestro
cuerpo/mente y en este estado ni la respiración ni el Chi circulan libremente.
Cuando nuestro
cuerpo/mente se relajan entramos en el estado ideal para transportar la energía
de la vida a través de la respiración. Se realiza entonces una conexión de
fuera hacia dentro y aquello que mantiene la vida enciende nuestra chispa
interior haciéndonos recordar lo que realmente somos: Almas teniendo esta
experiencia humana, despertando del sueño de la inconsciencia para entrar en el
mundo de la Conciencia.
Mary
Carmen Oliva (YENTDA)